Van Helsing, el cazador de monstruos roba un personaje secundario de un clásico literario del siglo XIX para construir una nueva obra. El recurso de tomar un desvío menor en una obra mayor tiene gracia e historia. Pienso en el capítulo del Quijote dedicado a Sancho gobernador de Barataria o en la diversificación que hizo Dante Quinterno en la Argentina con la saga de Patoruzú, Isidoro y sus precuelas, Patoruzito e Isidorito.
Debe de haber mejores ejercicios de derivación que Van Helsing. Una precuela de Moby Dick sin Ismael, centrada en el episodio que le hizo perder la pierna al capitán Ahab, por ejemplo. Lo admirable sería que el producto secundario terminara siendo superior al original. Seguro hay casos. [PS: ¡La novia de Frankenstein!] ¿Es mejor Tom Sawyer o Huckleberry Finn?
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