martes, 6 de noviembre de 2007

Darjeeling Kinks



Una de las grandes noticias musicales de los últimos meses: Wes Anderson ha incluido tres canciones de los Kinks en la banda de sonido de su último film, The Darjeeeling Limited. Anderson es el rey de la fórmula indie de armar bandas de sonido en base a cantautores de culto, así que esta decisión no debería sorprender.

De todos modos, en cada nuevo film este director ha ido sofisticando la receta. Si The Royal Tenenbaums marca el estándar con Van Morrison, Paul Simon, The Clash, Dylan, Nico, los Ramones, Elliott Smith y la Velvet, The Life Aquatic with Steve Zissou da una vuelta de tuerca listando clásicos de David Bowie cantados en versiones acústicas en portugués por el brasileño Seu Jorge, además miembro del elenco del film.

El hecho de que la banda de The Darjeeling Limited dé todavía un paso más allá y esté mayormente compuesta por extractos instrumentales de otras bandas de sonido (del bengalí Satyajit Ray), algo de música clásica y un track suelto de los Stones (Play with Fire) no hace sino resaltar el valor que con el tiempo ha ido cobrando la obra de The Kinks. Las tres canciones vienen de uno de sus álbumes más populares, el brillante Lola versus Powerman and the Moneygoround, Part One, pero ninguna fue un éxito: Strangers, This Time Tomorrow y Powerman. Strangers, que tiene el encanto adicional de haber sido escrito por Dave Davies, es sencillamente mi canción Kink favorita. Junto con This Time Tomorrow, tienen el curioso encanto de contener unas secuencias de acordes extremadamente sencillas y ambiguas a la vez.

(No sé cómo definir adecuadamente esto, pero en los Kinks hay una forma especial de combinar los tres o cuatro acordes típicos de cualquier canción de una manera pegadiza sin ser obvia, agridulce y evocativa a la vez, como si los arpegios dudaran antes de sucederse. Genial para cualquier road movie porque son sonidos que parecen estar marcando el devaneo propio del viajero. En algún sitio leí, no recuerdo dónde, que esa es una virtud de los músicos que no han recibido una formación académica: la capacidad de descubrir juegos sonoros evidentes y usarlos con pasión amateur como piezas para construir algo único. Eso es un riff.)

En todo caso, es justicia. Los Kinks -es decir, esa banda que brilló con fuerza enceguecedora durante cuatro o cinco años a finales de los años sesenta y principios de los setenta, no la larguísima tragicomedia que los hermanos Davies interpretaron durante décadas hasta el aburrimiento- merecen esto. Ojalá muchas personas puedan escuchar por primera vez estas tres canciones gracias a esta película.