sábado, 8 de febrero de 2014

Digresiones sobre Oslo, August 31st



Oslo, August 31st, de Joachim Trier, es una película de apariencia sencilla, pero compleja en su interior. Hace un uso económico de sus recursos expresivos, pero sin enamorarse del reflejo de su ascetismo. Y aunque no le interesa seguir el ritmo al que nos tiene acostumbrados el cine estadounidense, tampoco se deleita en la morosidad. Lleva el tiempo justo que necesita para desenvolver su historia, la de un joven adulto noruego, ilustrado y consentido, que está completando su terapia de rehabilitación tras seis años de adicciones y no sabe si se encuentra en el inicio o el final de su camino vital.

Películas en las que me hizo pensar esta:


  • La grande bellezza, con la que comparte el foco absoluto en un protagonista de dimensiones literarias que se pasea por una ciudad que conoce demasiado, buscando respuestas imposibles.
  • 25th hour, de Spike Lee, porque comparte con ella el recurso de encapsular la historia en un "city tour" emocional de un día a cargo de un ser que se prepara para afrontar una condena (penal en el caso de Lee, vital en el de Trier).
  • Inside Llewyn Davis, porque en ambas los autores se encargan de que lleguemos tarde a la vida del protagonista, cuando todo lo importante ya ha pasado, nos vemos reducidos (protagonista y espectadores)  a aceptar lentamente las consecuencias de las cartas que ha jugado.



Siendo un film de 2011 que llega casi tres años más tarde a España, tiene el curioso efecto de permitirme leer una crítica de él firmada por Roger Ebert, muerto hace casi un año, y disfrutarlo como si todavía estuviera haciendo su trabajo entre nosotros, siempre con el tono de un amante sincero del cine, entusiasmado con meterse dentro de las películas que veía para vivirlas, no para diseccionarlas y estudiarlas como hacemos los que no entendemos nada:

"What a sad, true film. How knowledgeable. He could continue with Rebecca (Ingrid Olava), but how would she deal with his missing years? More to the point, how would he? There can come a point in life when you swim so far away from the shore that it is too late to turn back.

I know what he should do. He should leave Oslo, even Norway. With the English that all Norwegians speak, he could live anywhere. He could take any kind of a job, no matter what, and cast his past adrift. His memories of Oslo only inspire regrets. His old friendships are all over. Day after day, he could rebuild his interest in things. The drugs haven't destroyed his body but they have taken away his hope. He could walk and walk and walk, and one day even pick up a book or go to a movie. But Anders has no faith in a new beginning. The last sound we hear from him is a sigh."

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