De todos los enigmas geopolíticos contemporáneos pocos me asombran más que el entusiasmo de los españoles por los argentinos.
Uno de los síntomas más claros es la inclusión de voces argentinas en los doblajes para España de películas infantiles. Una larga tradición que se remonta a los buitres de El libro de la jungla, entre los cuales había uno de acento argentino, y que llega hasta nuestros días en personajes como el mosquito de Bee Movie o las palomas tontas de Bolt.
Francamente, de tanto usarlo, el recurso ha perdido gracia.
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