Real People

Hace un par de veranos, cenando en Buenos Aires con Lingenti y amigos, Fabián Casas nos contó de un viaje que había hecho a los Estados Unidos. Nos contó que lo invitaron a una fiesta de intelectuales y artistas en un departamento. Creo que fue en Nueva York. De todos los detalles desopilantes de su relato recuerdo especialmente que un personaje iba recorriendo la fiesta agarrándose la cabeza y gritando: "Real people! I want to see REAL people!".

A veces, de tanto ir al cine a ver películas estadounidenses, tengo la misma sensación que la del tipo de la fiesta de Casas. Por suerte, en las últimas semanas Gabi y yo hemos ido a ver películas de Rumania, Israel, Austria y China, donde todo -los actores, las historias, la manera de narrar- es más real. Real no en el sentido de sumisión a la percepción de realidad. Real en el sentido que un yanqui aturdido le puede dar a esta palabra cuando, asqueado de su realidad pactada, te agarra por la solapa en una fiesta.

Nadie recuerda sus nombres. Los paparazzi no los persiguen. No han ganado ningún Oscar, gracias a Dios. Pero son real people, y actores reales también. La rumana Anamaria Marinca (4 meses, 3 semanas, 2 días; otra que Cate Blanchett), los israelíes Sasson Gabai y Ronit Elkabetz (La banda nos visita) y el chino Henry O (Mil años de oración).